¿Acaso no es más valiente el que llora con la cara descubierta? ¿No es más fuerte quien acepta que tiene problemas? ¿Quien lucha por superarlos? ¿Dónde está ese calor humano? ¿Esa comunicación? ¿Esa empatía de la que muchos hacen gala? ¿Está todo perdido? ¿Consumido pro nuestras propias inquietudes? ¿Por ese paragüas que tan barato se vende, en cualquier esquina entre calles de ignorantes?
¿No es injusto que una de esas personas que todavía llora o piensa acabe creyendo que es su propia culpa? ¿Que ella tien el problema de no saber ignorar sus sentimientos? Claro, mejor para los demás que se engañe, que se convierta en una más, un número más, una sombra más bajo ese paragüas. ¡PUES NO!
Quizá seamos pocos los que leamos esto y en la octava línea no pensemos que el gilipollas de turno está desvariando contando sus paranoias. Pero, amiga, SOMOS. Estamos aquí, existimos, somos humanos.
También es malo que me preocupe por una persona que se siente sola y que llegue a creerse mala persona por oir; no, oir no, que además, escucha, escucha a todos. Se crea mala persona por escuchar que ella es la rara, la que se lo inventa, la que hace una montaña de un grano de arena.
Si lees hasta aquí ¿No puedes, tú, recapacitar un momento, olvidarte de ti mismo y mirar (no ver eh, amigo, MIRAR, que ella a ti, te escucha)? Mirar con ojos humanos y con ganas de ayudar, de entender, de convivir. Y mirar más allá del qué-dirán y de las costumbres de la sociedad, mirar a UNA PERSONA. Una persona igual que tú y que yo, pero que se preocupa y que se siente sola y pisada. Incomprensión dirán, pero no lo es, es el NO-QUERER-COMPRENDER.
EL NO QUERER MIRAR MAS ALLÁ.
Salir de esa comodidad del paragüas de esa esquina, esa mentira cómoda. Salir de ahí y volver al comienzo, al comienzo de verdad, por una vez.
IGUAL TE QUEDAS, UNA VEZ MIRAS Y COMPRENDES.
VALE YA.
Cuando llega el momento de pringarse, HAY QUE HACERLO. Por lo que uno cree, y por los demás.
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